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» Este artículo corresponde a la Edición del domingo, 30/sep/2018 de La Auténtica Defensa.

¿Cómo influyen las emociones en los hábitos alimentarios?
Por Lic. Analía San Pedro




Todos los días tomamos decisiones que repercuten en nuestra vida.

El medio ambiente físico, social y emocional puede influir de forma negativa sobre nuestras decisiones a la hora de comer y beber.

Esto sucede sobre todo porque minimizamos nuestras actitudes frente a la comida. Nos quitamos la responsabilidad ya que nos justificamos con que comer o beber no son comportamientos en los que estamos muy involucrados.

Entonces cualquier otra conducta deja en segundo plano la decisión alimentaria. El punto es que una vez superados los niveles de supervivencia, no comemos por hambre real. La mayoría lo hace por hambre emocional y hedónico, es decir sin padecer déficit de calorías.

Hambre emocional

Las mujeres tienden a comer por emociones (ansiedad, tristeza, cansancio y enojo) mucho más que los hombres. Una emoción es un estado mental y fisiológico conectado a una amplia gama de sentimientos, pensamientos y conductas.

La ingesta emocional es cuando comemos en respuesta a estados afectivos, generalmente, vinculados a emociones negativas. Las emociones tienen la función básica de permitirnos adaptarnos al medio y a los otros.

Si tapamos emociones con comida, perderemos nuestra única guía. Los estilos de ingesta no saludables se asocian a un mayor IMC (índice de masa corporal). La ingesta emocional juega un papel importante en la epidemia de la obesidad.

Los hombres presentan estilos de comida menos saludables y una preferencia por los alimentos salados, mientras que las mujeres evidencian una mayor ingesta debido a sus emociones e inclinación por lo dulce.

Desde chicos nos enseñan a no sentirnos mal: se pretende que la vida sea una eterna zona de confort. Si nos caemos, nos dan golosinas. Si estamos tristes, nos llevan a tomar un helado. Pareciera que las emociones son peligrosas. Pero en realidad no lo son. Aceptarlas, dejarse atravesar por ellas, por más molesto que sea, ponerles nombre, crear un espacio para tomar conciencia de lo que se siente, es siempre la mejor estrategia.

Hambre hedónico

Por otra parte está el hambre hedónico, es decir por simple placer, por disponibilidad. Este tipo de hambre es especialmente "disparado" por alimentos sabrosos.

Frente al hambre hedónico, el secreto es armar un "ambiente seguro". Esto implica comprar cada día sólo lo que consumiremos y no almacenar aquello que nos dispara picoteo o descontrol. Ser organizados para siempre tener disponibles alimentos saludables.

Frente a esta epidemia de sobrepeso y obesidad, el secreto es combinar un plan de ejercicio físico, una dieta saludable, siempre consultando a un nutricionista matriculado, que es quien esta capacitado para realizar un plan de alimentación personalizado y adaptado a nuestro estilo de vida. También debemos aprender a detectar las señales de hambre real y emocional para transitar el camino de la salud y disfrutar de un cuerpo cómodo y sano. En conclusión. utilizar alimentos para afrontar emociones puede convertirse en hábito poco saludable y llevar en última instancia a la ganancia de peso corporal.

Lic. Analía San Pedro, Miembro del Equipo de Nutrición de Serenare

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