Se cuenta que Jean Lee Rond D´Alembert, escritor, filósofo y matemático francés, frecuentaba con asiduidad el palacio de Lorena. Queriendo atraer la atención sobre sí, afirmó irrespetuosamente: "Soy yo el único en este palacio que no cree en Dios y, por eso, no lo adora".
"Se engaña", contestó la princesa. El señor no es el único en este palacio que no cree en Dios y ni lo adora. "¿Y quiénes son los otros?" preguntó el sabio. "Son todos los caballos y los perros que están en las caballerizas y en los patios de este palacio" contestó la princesa. "Así, ¡estoy siendo comparado con los irracionales!" "De modo alguno", respondió la princesa.
"Aunque los irracionales no tengan conocimiento ni adoren a Dios, no tienen la imprudencia de ufanarse de eso".
Ésa es una historia antigua. No sé si es verdadera. Pero, no importa. Conozco muchos que se dicen ateos y son vistos en las iglesias. Dicen que están apenas "acompañando" a la esposa e hijos. Conozco muchos ateos que conocen la Biblia mejor que muchos que están desde hace años en los templos. Dicen que estudian la Biblia sólo apenas para contradecir las enseñanzas de Cristo, porque dice muchas cosas que no pueden comprobarse. Pero, considero que los ateos, para nosotros, son personas amadas de Dios y que precisan del cariño y de las atenciones del Señor. Digo que no creo en ateos. Creo solamente en aquéllos que, a pesar de decir que no creen en Dios, guardan en el fondo del corazón una semilla para la hora en que dirán, "yo no creía y ahora creo".
¡Busquemos ser todos felices, nosotros y ateos! Porque todos seremos alcanzados por el amor de Dios. Porque Él nos creó a todos y nos ama a todos, deseando lo mejor en este mundo para todos. El insensato dice: "no creo en Dios" y nosotros, que sí lo somos, decimos: "Creo en ustedes, y Dios"… ¿Ama usted también los insensatos qué no adoran a Dios?.
Claudio Valerio - © Valerius - valerius@fibertel.com.ar



